La última noche en NOLA es una auténtica ‘’americanada’’, después de ver el partido de fútbol americano, si no me equivoco, nos vamos todos a la llamada Open House, que es una fiesta post-partido. Es una fiesta alucinante, no tengo palabras para describirla, lo que tengo claro, es que a todos nos parece corta, la fiesta acaba, la gente marcha, todo es como un sueño, nadie quiere ni pensar que se acaba…
Mi chico, Jacob, nos llama, nos vamos. Procedimos a dejar a Jesús en su casa, y nos quedamos, Vanessa con su chica, Kathleen, y yo con mi chico, Jacob, a ver una película en casa de mi chico. No hay palomitas y la película tampoco es muy buena, pero es una de las noches más inolvidable de todas, es la última, y nosotros, lo sabemos, empieza la tristeza, Kathleen dice que es hora de irse, pero Jacob, dice que no, que hay que aprovechar hasta el último segundo de la noche. Un poco más tarde, llevamos a las chicas. Empezaron los primeros síntomas con Vanessa, no quiere irse, y se olvida el bolso.
Se acaba la noche y, por desgracia, hasta en el mejor de todos los sueños, empieza la mañana, la última mañana...
Me despierto pronto para hacer la maleta, todo está muy frío, no consigo escuchar a los perros de Jacob, oigo algún paso, sé que Jacob y su madre están despiertos, pero no consigo ir a saludarlos, no quiero saludarlos, por la que, posiblemente, sea la última vez. Mientras hago la maleta, me conecto al Facebook, está Jacob conectado, me pregunta si echamos el último Fifa10 en la X-Box 360, me suena demasiado triste, pero le digo que si. Durante la partida, no hay palabras, tan solo jugamos, intento decirle algo, pero es que no puedo!! Me da la impresión de que el también trata de decirme algo, no puede. Acabamos la partida y él se marcha para abajo, más tarde me dice que si tengo hambre, yo, le digo que si, que ahora bajo, pero en realidad, tengo un nudo marinero, de los grandes, en el estómago.
Desayuno con él, tampoco hay muchas palabras, es una mañana muy triste para ambos, muchísimos inolvidables momentos hacen de ese, un rato muy duro, que ninguno de los dos queremos pasar, pero el sueño se acaba. Llega la madre a casa, me voy! Jacob se tiene que quedar, nos despedimos, es todo muy rápido, de la casa a el aeropuerto hay unos 15 minutos, el viaje se me hace eterno, no puedo creerme que no voy a volver a ver a Jacob en mucho tiempo, entre eso y las ganas que tengo de ver a los demás, está siendo un momento desolador.
Llego al aeropuerto, de momento, está todo mejor de lo que esperaba. Poco a poco, alguno se tiene que marchar, no nos podemos resistir, empieza a caer alguna lagrimilla, se empiezan a escuchar frases inolvidables como
I saw a tear!, empiezan risas, fotos, y sobre todo, muchos abrazos.
Se están marchando todos, pero antes, nos sacamos una foto en grupo, es imposible olvidarse de este viaje, pero poder ver todas las fotos que nos sacamos, va a ser muy especial. Juan tiene toda la razón del mundo, agradeceremos y mucho, el uso del blog.
No queda ni una sola persona del intercambio, nos intentamos poner en contacto, con alguna de las chicas que no pudieron venir, a causa de una carrera. Nos despedimos muy rápido de ellas el día anterior y ya las echábamos de menos.
Sabemos que nos llevamos un recuerdo inolvidable, quien nos iba a decir el último día de New York, que lo íbamos a pasar tan bien. ¿Quién se va a olvidar de los jueves de competición de natación y los partidos de volleyball? ¿Y de los Greenies?